Si te callo, me aborrezco

La política es una señora muy excluyente, 
cuando la vemos de frente,
se impone con sus argumentos retóricos 
a lo Shakespeare.

Se le va el día en reseñar el escenario 
para su obra perfecta,
pero cuando se abre el telón 
y ejecutan la obra sus actores,
¡horror señores!,
La escenografía se roba los aplausos,
y sus personajes se difuminan en el cuadro,

¡Qué triste de ver! 
Que lo único rescatable de esto 
sea solo el paisaje,
pues si se aprecia lo actuado 
hay que tener mesura 
en no decir lo que se siente.

Pues cualquier reacción subversiva, 
ética o despectiva,
será escudriñada por los actores de pacotilla 
y antes de que te despegues de la butaca,
serás acusado de falacia,
contra las buenas costumbres de tu pueblo.

Así que aguanta, no los veas actuar, 
mejor ve los objetos que pusieron para adornar,
tienen más función que sus mismos actores 
son para soñar cuando la realidad es horrores,

Duerme, sueña, evade, 
no hay nada que opinar, 
ellos son los expertos,
tú solo contemplas y te vas.

No pretendas ser uno de ellos 
porque no hay vacantes, 
sé solo un objeto 
que hace más bello el paisaje. 

Ese es el verdadero oficio de nuestro tiempo, 
calladito, con uniforme, zapatos bien voleados, 
intestinos de faquir, corazón acribillado.

Con tantos agujeros 
que no le importa si su cerebro 
le pide acción al cuerpo, 
ya están divididos y entrenados 
dos de sus motores.

Estómago, ya no insistas, 
ya vendrán tiempos mejores, 
corazón, ya no insistas, 
mereces lo que sufres 
por creer solo en errores. 

Cerebro, ayúdame un poco, 
¡ya no me grites! 
Ni reveles mis motores 
sé obediente, no quiero problemas 
mis alcances son muy inferiores.

Si peleo, muero, 
si me contengo, lo postergo, 
si te escucho, me revelo, 
si te callo, me aborrezco.