No dejes nada para mañana

Mi abuelita es la mejor del mundo. La amo con toda mi alma. Cariñosa, amable, con su carácter claro; pero una gran mujer. Sus arrugas llenas de experiencias y sabiduría. El pasar de los años se notaba en su andar. Mi Yaya era la abuelita que te defendía cuando tus padres te iban a pegar, la que te daba dinero de vez en cuando; la que te recibía todos los sábados en su casa para estar toda la familia unida y la que salía a despedirte cuando ya te ibas. Claro con un beso lleno de amor antes de ello.

Un día el pasar y pesar de los años le cobró factura. Yo tenía entonces 16 años, no me preocupaba por la vida y estaba demasiado concentrada en mí; en lo que me estaba pasando. Un problema fuerte que tenía y que fui a platicar con un amigo. Se me pasó el tiempo y por ende el horario de visitas ya no estaba disponible. Fácil se me hizo decir: "mañana por la mañana voy a verla".
Al día siguiente llegó un mensaje de texto al celular de mi mamá diciendo que mi abuelita se había puesto mal. Mi madre me dijo: apúrate y vámonos. Pasaron como 5 minutos y llegó otro mensaje, el cual decía: "tía Rosa, mi abuelita falleció".
Yo abrí el mensaje y no podía creer lo que leía. El mundo se me vino encima y no se como, pero grité: ¡Mamá mi abuelita falleció! Nos fuimos al hospital y sí, la ví. La ví pero no de la manera en que yo quería. La ví muerta. Con esos ojos hermosos cerrados, esa cara tan linda sin expresión alguna. Ella estaba dormida y yo no pude decirle cuanto la amaba. Ella supongo que lo sabía, pero quería que lo escuchara de mi propia boca.

A partir de ese 19 de noviembre del 2011, le he pedido perdón todos los días de mi vida. Perdón por no haber ido a verla, perdón por ser tan egoísta... Espero que ella me haya perdonado y que no piense que no fui a verla porque no la quería.

YAYA. Un beso enorme hasta el cielo. Y en verdad espero que sepas y creas que te amo con toda mi alma y que te extrañaré siempre...