Una simple mujer

Parece ser un día normal y yo sigo sentada en este estrecho escritorio esperando a que algo emocionante me suceda. Aunque esperar es algo inútil, es lo único que hago. Y últimamente no he estado muy segura de lo que debo o no debo hacer; la verdad es que he cometido bastantes estupideces; sobre todo en lo que se refiere a relaciones amorosas y el sexo, sobre todo el sexo.
Lo he hecho hasta con mi mejor amigo, aunque esa no es una obra estúpida reciente pues la verdad es que he estado acostándome con ese rico pedazo de carne calienta clítoris desde hace unos siete años; años en los que nos han importado un comino nuestras demás relaciones, lo que se deduce como infidelidad. No sé cuál de los dos está más jodido, aunque sinceramente creo que yo, ya que desde nuestra última encamada me he sentido muy confundida, sin mencionar que ni siquiera me esforcé en llegar al orgasmo y eso es raro porque el sexo es mi quehacer preferido.
Y este imbécil, como lo llamo, es muy muy muy bueno, es tan ardiente, tan rudo, tan rígido, tan grande, Dios, con solo imaginarlo siento que mi horrible calzón se humedece. En fin, no recitaré más detalles, la cosa es que me sentí más cómoda mirándole a los ojos, esos que tenían una expresión casi tierna que no veía hace mucho tiempo, es como si 
después de tantos cientos de días todavía quedara algo de amor entre los dos.
Qué locura, creo que mis hormonas estaban jugando conmigo y para terminar de joderme el imbécil no me ha escrito, bastante raro ¿acaso tan mal estuve? No lo creo, si hasta le enseñé a escorpión, mi último juguete, mi regalo navideño. Pero al parecer, el destino no había terminado conmigo y un par de horas después en la mañana, mientras observaba los hematomas que me había producido mi último candente encuentro divisé un “hola” en mi teléfono, un “hola” que ya había olvidado como se veía.
Era él por quien alguna vez tuve sentimientos, la relación más corta y fogosa que he tenido. No le contesté, decidí razonar en la ducha antes de hacerlo, aunque no tenía mucho en que pensar porque conozco a fondo sus intenciones y son iguales a las mías (sexo) ya que era algo que nos salía bastante bien, demasiado bien. Qué ardientes éramos: no importaba el espacio, la gente o la ocasión.
Ese duchazo fue largo… en fin, mejor hago lo que puedo con lo que tengo: soy bonita, no como otras y tengo estas bubis que a más de uno 
parecen encantarle pero bueno, mi descripción física no es relevante.

Salgo, tomo la misma larga ruta de todos los días, hasta que decidí 
responder; dudosa, asustada, hasta nerviosa sin saber por qué si 
finalmente él ya me conoció de todas las formas posibles, hasta 
enamorada, así como un día lo estuve de él ¿o así como creo estar? 
O no solo digamos que no lo he dejado pasar, no a él, no lo amo, 
claro que no, después de mí amo a otro ser que no mencionaré, lo que es absurdo porque ya admití que existe. (Acabo de notar que tengo bastantes interrupciones)
En fin, le escribí y después de una triste e innecesaria conversación, por fin alegó sus intenciones y yo, débil y humana acepté, pero desde ese día he estado inventando toda clase de excusas para no acudir a este preparado encuentro sexual, lo que es decepcionante o racional ya 
que últimamente he estado pensando en que quiero algo serio, una 
relación de verdad, alguien con quien caminar de la mano, alguien 
que soporte mi mal genio, mi pereza, mis caprichos pero que también 
pueda conocer lo bueno que hay en mí en algún lugar. ¿Acaso estaré 
enloqueciendo?
Si yo misma me he encargado de alegar eso que llaman amor de mí, tendré que medicar sobre eso porque no creo que pueda solucionarlo o puedo hacer algo temporal; huir de él y olvidar a ese imbécil que por más de 8 años fue mi mejor amigo y juguete sexual, mientras escucho canciones que parecen haber sido escritas para mí o al menos así lo relaciono.
Estoy segura de que lo que necesito es una intervención para ver si dejo de pensar por un instante, por Dios, soy una mujer inteligente, ruda y activa que se la pasa pensando en la no dependencia del sexo masculino, finalmente lo único que hago es actuar un poco como ellos, no me voy a permitir cambiar nada de mí solo por unos instantes de plena confusión.
Necesito un lavado cerebral de mi mejor amiga que quizás no sea tan cuerda o racional como yo pero sabe cómo hacerme volver en mí. A ella la conocí hace años y desde entonces me libera de mis demonios al menos unos segundos para que yo pueda ser relativamente feliz, es como si me drogara o al menos eso creo, seguro que así se debe sentir no sentir.
Necesito salir y ser la parte divertida de mí, y dejar descansar esa que me hace pensativa racional y últimamente filósofa enamorada o esquizofrénica confundida, oh sí, salir, salir y bailar sería delicioso, el baile es nuestra arma femenina y no creo hacerlo tan mal, voy a perderme en los placeres de la amistad, reencontrarme con ellos y ser la que era, esa que parecía una niña despreocupada o buena actriz.
Qué sería de mí sin mi amiga la loca que escucha mis patéticas anécdotas. Me voy a preparar así como lo haría un cazador, y es que no puedo ser desagradecida porque finalmente estoy viva, saludable tengo lo que necesito, es bastante básico pero funciona, quisiera todo lo que deseo pero aun así mi existencia es bastante buena.