¡No envejeceremos juntos! Cuando la unión parece no dar resultado y que la pareja está alicaída, la tentación de romper crece. Sin embargo, considerar tomarse una pausa, un paréntesis de reflexión en solitario, puede permitir evitar lo peor. Aquí te presentamos algunos consejos para capear la crisis.
¿Hacer una pausa puede salvar tu pareja?
"Es insoportable"; “cuando haya salido por esa puerta no quiero que me llames nunca más”, “te odio”. Gritos, vajilla rota, cartas de ruptura… Cuando se acerca la crisis, sea cual sea su modo de expresión, sientes una necesidad: plantear el problema y jurar que jamás volverás a estar con esa persona, en la vida. En resumen: romper.
Evitar la crisis
¿Hacer una pausa puede salvar tu pareja?
"Es insoportable"; “cuando haya salido por esa puerta no quiero que me llames nunca más”, “te odio”. Gritos, vajilla rota, cartas de ruptura… Cuando se acerca la crisis, sea cual sea su modo de expresión, sientes una necesidad: plantear el problema y jurar que jamás volverás a estar con esa persona, en la vida. En resumen: romper.
Evitar la crisis
"Poco a poco nos hemos ido alejando y ahora apenas nos dirigimos la palabra. Se ha apagado la pasión”. Las quejas de Vanesa son las típicas de una pareja en crisis. “En pocas palabras, no nos soportamos y cuando hablamos sólo discutimos”, explica Nicole Fabre, psicoanalista. En raras ocasiones la crisis se sucede simultáneamente. A menudo, la otra parte de la pareja no se lo espera y, peor aún, se queda pasmada. Un paréntesis en solitario, en este momento tan crucial, un descanso, puede evitar las rupturas. Este periodo de reflexión es una alternativa que muchos terapeutas de pareja proponen a sus pacientes. ¿Por qué hacerlo y cómo? No es muy difícil y vale la pena intentarlo.
La necesidad de respirar
La necesidad de respirar
El guión es todo un clásico: conciliar la vida familiar con la pareja y la carrera profesional parece un rompecabezas. Aunque invertiste en la relación al principio, se ha ido deteriorando a lo largo del tiempo. Sensación de ahogo, problemas de comunicación… La crisis puede corresponder a una necesidad de respirar. “Tomarse un descanso es poner una distancia para tener otra perspectiva. Este tiempo de soledad sirve para reflexionar y empezar de nuevo con energías renovadas”, explica Fabre. Este paréntesis ofrece a ambas partes de la pareja la oportunidad de aprender a vivir sin el otro, y por tanto, vivir de una forma distinta. Así, aprenden a llevar una vida autónoma ahorrándose todos los enfrentamientos. Así pues, un descanso puede llegar a ser el camino hacia una nueva relación.
Pausa: modo de empleo
Pausa: modo de empleo
A Miriam no le apetece pasar todas las vacaciones con su marido, “No sé en qué punto estamos”. Una pausa es una decisión conjunta. “Las vacaciones representan un momento ideal para separarse momentáneamente”, propone Nicole Fabre. Puedes inventar modalidades distintas. Da igual si duran ocho o quince días. La consigna principal es la siguiente: no verse, ni estar pendiente del teléfono para saber qué tal le va al otro. No se permite absolutamente ninguna pregunta. Recuerda que ese momento de separación es para aprovecharlo y meditar: qué sientes por tu pareja, qué compartís en realidad, qué te apetece hacer en tu relación. No se trata de compadecerse y sentirse fracasado, sino de un tiempo de reflexión. Una vez hayas medido el nivel de apego que sientes hacia tu pareja y tu capacidad de autonomía, entonces podrás plantear de nuevo la convivencia sobre unas bases nuevas.
Desde luego, las pausas pueden prolongarse. “Me mudé a casa de una amiga y viví allí durante tres meses”, explica Sara después de haber convivido con su marido durante tres años. No hay una regla absoluta sobre la duración, y cada una escoge la suya. Sin embargo, cuidado: no se debe abusar de estos descansos. Si las pausas se suceden continuamente significa que a la pareja le cuesta tomar la decisión de romper. Aunque esperar sin actuar puede ser peligroso, prolongar la despedida también lo puede ser.
Desde luego, las pausas pueden prolongarse. “Me mudé a casa de una amiga y viví allí durante tres meses”, explica Sara después de haber convivido con su marido durante tres años. No hay una regla absoluta sobre la duración, y cada una escoge la suya. Sin embargo, cuidado: no se debe abusar de estos descansos. Si las pausas se suceden continuamente significa que a la pareja le cuesta tomar la decisión de romper. Aunque esperar sin actuar puede ser peligroso, prolongar la despedida también lo puede ser.