Cuando tus lágrimas estás a punto de desbordar, un mar de sentimientos que no puedes retener. Porque tu cuerpo ya no es capaz de soportar una carga tan grande y los muros que contienen ese océano de melancolía, han cedido, dándole rienda suelta a tus ojos para que desborden lo que tu alma pide a gritos.
Cada lágrima es un escape, una salida a un lugar sin retorno. Un camino sin final y un inicio que no sabes dónde va a parar. Solo sabes que ese océano de sentimientos ha quedado esparcido en la reminiscencia; se ha secado dejando un desierto existencial, un vacío tan grande como la inmensidad de tus recuerdos, tan insolable como la magnitud de tu pensamiento… ya no quedan más lágrimas.
Has llorado lo suficiente para darte cuenta, que es solo el inicio del desahogo de tu existencia.